Así soy II

Tengo mis pequeñas manías. Ese tipo de manías y de forma de ser, que te acompaña toda la vida.Suelo dormir con la puerta cerrada, por si el asesino que quiera entrar, al abrir la manilla me despierte, pero duermo con la ventana abierta en invierno porque me encanta taparme hasta arriba y así sentirme protegida. Cuando prometo algo que no quiero cumplir, cruzo los dedos de los pies. A veces, cuando me desvelo, me pongo a imaginar cómo sería la noche perfecta con él. De vez en cuando me gusta ponerme a escuchar canciones tristes, y ponerme a llorar. Suelo sonreír cuando la gente de mí alrededor sonríe, aunque no la conozca de nada está feliz. Me conformo con pocas cosas, su sonrisa, por ejemplo. Soy de las que prefiere Colacao antes que Nesquik. No me rindo nunca; sigo intentando chuparme el codo. Puedo ser muy pesada y cabezona cuando sé que tengo razón y sé pedir perdón cuando me equivoco.Si me aburro en el coche, me pongo a contar las líneas de la carretera. Me gusta tocar timbres, y después salir corriendo. Soy de las que le encanta la fiesta y desea ir a tomorrowland, de las que se cuela en las discotecas y se pega la fiesta de su vida, aunque  de vez en cuando quiere discomóviles para recordar viejos tiempos y se pega la fiesta de su vida igual. 

Nuevos principios con distintos finales

No sé en que momento mi corazón se cerró. No sé cuando fue que decidí que no quería volver a llorar en nombre del amor, aunque supongo que fue tras mi ruptura con él. Él era el último de una lista de chicos que me habían hecho tocar el cielo solamente para después arrastrarme al infierno del dolor. Cuando le dejé, creo que me volví de piedra. Al principio, paralizada. Después, insensible. No estaba dispuesta a que ningún otro chico estuviera lo suficientemente cerca de mi corazón como para poderlo herir. Así que edifiqué todo tipo de barreras infranqueables. Sólo tenía rollos o amigos con derecho a roce, y no creáis que muchos, no me apetecía nada relacionado con las relaciones. Si detectaba que alguno se estaba colgando, salia huyendo porque tampoco quería hacerle daño a nadie. Y supongo que muy en el fondo no quería acostumbrarme a que me dieran cosas que después no podía tener. Y si me descubría pensando o fantaseando con alguno, borraba inmediatamente el teléfono. Recuerdo que solo me paso un par de veces, pero tuve esa sensación de estar al borde de un precipicio, de poder volverme a enamorar y el miedo me hizo huir. No iba a volver a saltar sin red. Tengo una amiga que me decía que me comportaba como a veces se comportaban muchos tíos. Y supongo que no le faltaba razón. Pero me había acostumbrado y tampoco se estaba tan mal. Era muy independiente y tomaba todas las decisiones de mi vida sin tener una pareja a quien consultarle, pero, bueno, para eso también están las amigas. Me acostumbre de tal forma que me gustaba vivir así.Pasados unos meses le conocí a él y bueno me empece a dar cuenta de que sentía algo por él, que de alguna forma había trepado por mi fortaleza inexpugnable y había llegado hasta mi corazón, el único capaz de haber roto todos mis esquemas y barreras para llegar hasta mi corazón.
Me doy cuenta de que le amo.