Nuevos principios con distintos finales

No sé en que momento mi corazón se cerró. No sé cuando fue que decidí que no quería volver a llorar en nombre del amor, aunque supongo que fue tras mi ruptura con él. Él era el último de una lista de chicos que me habían hecho tocar el cielo solamente para después arrastrarme al infierno del dolor. Cuando le dejé, creo que me volví de piedra. Al principio, paralizada. Después, insensible. No estaba dispuesta a que ningún otro chico estuviera lo suficientemente cerca de mi corazón como para poderlo herir. Así que edifiqué todo tipo de barreras infranqueables. Sólo tenía rollos o amigos con derecho a roce, y no creáis que muchos, no me apetecía nada relacionado con las relaciones. Si detectaba que alguno se estaba colgando, salia huyendo porque tampoco quería hacerle daño a nadie. Y supongo que muy en el fondo no quería acostumbrarme a que me dieran cosas que después no podía tener. Y si me descubría pensando o fantaseando con alguno, borraba inmediatamente el teléfono. Recuerdo que solo me paso un par de veces, pero tuve esa sensación de estar al borde de un precipicio, de poder volverme a enamorar y el miedo me hizo huir. No iba a volver a saltar sin red. Tengo una amiga que me decía que me comportaba como a veces se comportaban muchos tíos. Y supongo que no le faltaba razón. Pero me había acostumbrado y tampoco se estaba tan mal. Era muy independiente y tomaba todas las decisiones de mi vida sin tener una pareja a quien consultarle, pero, bueno, para eso también están las amigas. Me acostumbre de tal forma que me gustaba vivir así.Pasados unos meses le conocí a él y bueno me empece a dar cuenta de que sentía algo por él, que de alguna forma había trepado por mi fortaleza inexpugnable y había llegado hasta mi corazón, el único capaz de haber roto todos mis esquemas y barreras para llegar hasta mi corazón.
Me doy cuenta de que le amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario